En medio de todos los escándalos que vivimos en el país por los feminicidios y agresiones contra la mujer como la violación a una pequeña de once años por parte de ocho soldados de un batallón del ejército, los golpes del jugador Villa a su pareja sentimental, los «supuestos» acosos del director de cine Ciro Guerra a ocho mujeres que lo tienen contra la pared no dejemos pasar por alto éste porque los protagonistas no son tan relevantes a nivel nacional pero si local y es el de las agresiones contra su esposa del locutor y director de la emisora Cafetal Estéreo en Pueblo Bello (César) Edgard José Carreño Pavajeau quién con pruebas audiovisuales la agrede físicamente causándole lesiones en su rostro y amenazándole de repetir la dosis de golpes desafiándola denunciarlo ante la justicia, «porque nada me va a pasar» descalificando a las mujeres que trabajan en la Fiscalía con término desobligantes y ofensivos resaltando una supuesta inmunidad por parte de nuestra justicia. Y seguramente no le sucederá porque desafortunadamente para las mujeres un buen número de personas encargadas de impartir la ley son tan o más machistas que los propios denunciados y aquí incluyo algunas congéneres educadas con los mismos patrones de sumisión frente al hombre por lo cual deben soportar sus usos y abusos. Esperemos que el locutor Edgard José Carreño Pavajeau reciba la sanción correspondiente por su conducta agresiva por parte de la justicia Colombiana y la social por lo mismo. Y los encargados protejan a su esposa: la víctima aunque ella por miedo justifique que «se cayo» y por eso las heridas en su rostro. No hay derecho a saber continuamente de éste tipo de comportamiento, todo porque es dueño de un medio de comunicación y este le permite hacer lo que quiere. Con razón se habla tanto del machismo costeño, obvio son los menos pero se quedaron viviendo en la época de las cavernas.
¿A propósito cómo va el caso del señor Fabio Zuleta que estaba solicitando comprar unas niñas wayú? ¿Quedo refundido y olvidado en los anaqueles de la justicia luego del escándalito que se armo?. Esperemos no suceda lo mismo con el narrado aquí porque de ser así las situaciones desventajosas y malsanas para las mujeres se convertirán en algo repetitivo sin derecho a protestar. Pésimos principios los de los golpeadores y abusadores. ¡No hay derecho!
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