A propósito de la réplica embalsamada de Daniela la hija de «La Diabla» que aparece en la novela «Sin senos si hay paraiso», y a la cual le cuenta sus confidencias noche a noche, recuerdo el tremendo susto que me lleve la noche en la cual visite la casa de la progenitora de Juancho Roís en San Juan del César, cuando apenas entre me encontré de frente con el famoso acordeonero, vestido totalmente de blanco, adornado con gran cantidad de «bocelería» como le decían hace algunos años a los accesorios en oro que en abundancia exhibían en su pinta, su larga y encrespada cabellera oscura bien cuidada y con su sonrisa de oreja a oreja como si me estuviera dando la bienvenida. Efectivamente ese es el propósito de la imagen en silicona del acordeonero que orgullosamente cuida su mamá, quién la mima con amor. Diariamente le cambia la ropa, lo peina, lo limpia. Mantiene impecable la vitrina dónde esta el recuerdo de su hijo en tamaño natural. Aunque en ese momento a muchos les parecía una atrocidad, ella estaba feliz de tener comunicación con su hijo así fuera después de muerto. Por eso es justificable la escenificación de Daniela embalsamada por el amor de su mamá «La Diabla» en la novela «Sin senos si hay paraiso».