Hablar de los logros de Maria Isabel Murillo, más conocida como  «Misi» en el mundo artístico nacional es llover sobre mojado.  La recuerdo como una mujer enjundiosa, disciplinada, consagrada, multifacetica, visionaria, formada en la época dorada de los musicales en Colombia inagurada por David Stivel y tuvo su cuarto de hora de prosperidad y crecimiento del talento nacional en los años ochentas y noventas importantísima para el desarrollo del arte en el país.  Posteriormente fue decayendo por la situación y como no por el fallecimiento de Stivel.  A pesar de los esfuerzos de su viuda: la actriz Maria Cecilia Botero, el interés en los grandes músicales y el respaldo económico desapareció.  Sin embargo una espigada y talentosa mujer, amiga y socia en sus comienzos de María Angélica Mallarino  en su escuela de talentos y su grupo «Monachos» decidió continuar adelante cuando se rompió la sociedad con María Angélica.  Con tesón, perseverancia, esfuerzo, disciplina  fué ajustando su proyecto músical hasta convertirlo en lo que hoy es: una éxitosa y comercial empresa músical  que ha entregado varias generaciones de talentosos artistas al país. Los numerosos hijos que hoy la lloran.  Misi definitivamente fué un ejemplo de trabajo y esfuerzo: igual buscaba el talento en audiciones para no engañar ni defraudar a los padres y a lo ilusionados chiquillos como cumplir la apretada agenda periodística promocional de cada uno de sus musicales.  Su máximo sueño se cumplió cuando fué invitada para presentar uno de sus musicales en importantísimo escenario Norteamericano y fué invitada a otras naciones del mundo.  Murio en su ley, haciendo lo que era el eje de su vida, rodeada de su gente, en medio del aplauso, el cariño y admiración de la gente por la cual y para quienes trabajó durante más de treinta años. Juan navidad le dice adios con tristeza, nostalgia y la firme promesa de continuar con su importante  legado músical.  ¡Adios Misi y gracias

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Maria Isabel Murillo «Missi»